La imputación de la fiscalía a cargo de Eduardo Taiano incluye a cuatro sacerdotes que ocuparon la vicaría general de la institución: Carlos Nannei (1991-2000), Patricio Olmos (2000-2010) y Víctor Urrestarazu (2014-2022). Gabriel Dondo, exdirector de la rama femenina en la Argentina, también está imputado. La querella solicitó que se incluya a Mariano Fazio, que también fue vicario general del Opus Dei en el período investigado, pero su nombre no figura en la solicitud de indagatoria.
Mediante un comunicado, el Opus Dei negó la acusación. “La impresión es que para construir esta denuncia se realiza una descontextualización completa de la formación que recibieron algunas de las mujeres del grupo y la vocación que eligen libremente las numerarias auxiliares del Opus Dei. Se trata de una acusación totalmente falsa”, dice el documento publicado por la institución.
En 2021, cuando se publicó la primera denuncia, Catalina María Donnelly, directora de la rama femenina en Buenos Aires del Opus Dei, dijo a LA NACION que se sentía triste por las acusaciones y dispuesta a pedir perdón. Igual aseguró que, según su registro, siempre pagaron el trabajo de las numerarias auxiliares. Admitió, sin embargo, que pudo haber habido lo que ella llama “informalidad” en la remuneración. “Quizás la que dirigía la residencia [donde vivían las jóvenes] hacía una caja común y de ahí se enfrentaban todos los gastos”, explicó. “Hoy en día es inentendible y está muy mal hecho, pero en ese momento se hizo como se hacía en las familias”, agregó.
“De acuerdo con los testimonios recopilados, estas mujeres dedicaron gran parte de sus vidas al servicio doméstico en las sedes de la institución, enfrentando jornadas laborales agotadoras sin recibir salario. En algunos casos, incluso recibían una remuneración que debían devolver a aquellos a cargo de los lugares donde residían. No contaban siquiera con la posibilidad de un descanso efectivo ni del respeto a cualquier otro derecho laboral, quedando atrapadas en un superestructura desprovista de derechos sin control ni supervisión alguna que perduró por años”, dice el pedido de indagatoria contra los cuatro religiosos. La investigación judicial se inició en 2022 en la Procuraduría contra la Trata de Personas de Argentina (Protex).