Es lo que sugieren varios estudios internacionales de los últimos años, pero en el país no hay datos para asegurarlo y los especialistas no se ponen de acuerdo
Tanto para los sanitaristas como para los legos, el cáncer siempre fue una enfermedad asociada con la vejez. Se ve con claridad en los cuadros estadísticos: la línea de incidencia (nuevos casos) acompaña de cerca el aumento de edad. Y es lógico, porque a más años, más probabilidades de que se produzcan errores en las sucesivas generaciones de células de nuestros tejidos y de que fallen los mecanismos de control inmunológico. Pero diversos estudios científicos internacionales alertan desde hace años sobre un posible aumento de tumores en personas menores de 50; en particular, los de mama y colon. Un estudio publicado en 2023 en la revista BMJ Oncology (https://bmjoncology.bmj.com/content/2/1/e000049) encontró una notoria tendencia al aumento en esa franja de edad en las últimas tres décadas. Otra investigación, esta vez dada a conocer en Jama Network Open (https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2808381) encontró mayor incidencia de tumores en edades tempranas entre 2010 y 2019. Y un tercero publicado en Science (https://www.science.org/doi/10.1126/science.ade7114) encuentra esta tendencia en cáncer de colon. Un artículo del 13 de marzo de este año publicado por Nature (https://www.nature.com/articles/d41586-024-00720-6) y firmado por Heidi Ledford se pregunta “¿Por qué tanta gente joven está desarrollando cáncer?”. Y un informe publicado este miércoles por la Asociación de Investigación del Cáncer de los Estados Unidos (https://cancerprogressreport.aacr.org/progress/) afirma que cada vez más adultos menores de 50 vienen desarrollando cáncer de mama y de colon en las últimas décadas. Y menciona que el consumo elevado de alcohol podría ser uno de los factores que aumenta el riesgo.
Los casos de celebridades, como Kate Middleton, la princesa de Gales, de 42 años, que acaba de finalizar su tratamiento con quimioterapia por un tumor abdominal, volvieron a poner el tema bajo el foco de la opinión pública, pero cuando se buscan respuestas a la pregunta del título en nuestra población no es fácil dar con respuestas contundentes.
Para Ernesto Gil Deza, director de investigación del Instituto Oncológico Henry Moore, que recientemente dio a conocer un estudio de su programa de registro electrónico de historias clínicas, iniciado en 2000 y que lleva relevados más de 53000 pacientes, todo parecería indicar que esto es así. “Nosotros vemos unos 2500 nuevos pacientes por año que son afiliados de la seguridad social –comenta–. Atendemos fundamentalmente a Osecac, Gastronómicos, Osde, un número grande que va de los 18 años en adelante. Es como si uno tuviera una fotografía de la clase media argentina que tiene trabajo y acceso a la salud, la inmensa mayoría de ellos con secundaria completa, pero que no incluye a pacientes de capas más vulnerables de la sociedad ni de otros lugares del país. Entonces, lo que hicimos este año fue hacer públicos los resultados de esta población, que incluye a 26.500 pacientes de los que tenemos 256 datos de las enfermedades previas o concomitantes al momento de la consulta. De estos últimos, yo puedo decir cuántos pacientes tuvieron enfermedades de la infancia, problemas de alergia, respiratorios, cardíacos, digestivos, urinarios, cuántos tienen trastornos neurológicos, intentos de suicidio, hermanos, padres, madres, abuelos o tíos con cáncer, qué medicamentos toman… Y de este registro surge que en 2000, nosotros veíamos aproximadamente 15 pacientes nuevos con cáncer menores de 50 por mes y hoy estamos viendo 50. Es decir, que ha aumentado y ha aumentado a expensas de dos grandes grupos: cáncer de mama en mujeres de 40 a 50 años, que uno podría atribuir a mejor detección, y cáncer de colon, en especial en varones de 18 a 40. Lamentablemente, los cánceres de colon en jóvenes se diagnostican en más de un 70% de los casos en etapas avanzadas”.
Por supuesto, esta “instantánea” está sujeta a varios sesgos y no todos están de acuerdo con las conclusiones. “El Instituto Nacional del Cáncer (INC) creó un Registro Institucional de Tumores de la Argentina (RITA) que contabiliza los pacientes que se atienden en las instituciones, pero a partir de eso no podemos estimar la incidencia en todo el país –explica Gisel Fattore, coordinadora del Sistema de Vigilancia Epidemiológica y Reporte del Cáncer–. Con los datos que nosotros tenemos, longitudinales, no hemos visto que haya habido cambios en términos de edad. Por otro lado, a partir de estimaciones que hace la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, según sus siglas en inglés) para el país, tampoco detectamos variaciones”.
Su colega, Raúl Matano, coordinador del Programa Nacional de Prevención y Detección Temprana del Cáncer Colorrectal, coincide, pero además destaca que los datos de los Estados Unidos no pueden extrapolarse a otros sistemas de salud. “[Allí] la salud no es pública y su programa de prevención de cáncer colorrectal es oportunista [es decir, registra a los individuos que solicitan los estudios o tienen síntomas]. No va en sintonía con lo que se ve en países europeos, como España, que vienen trabajando desde hace años con programas organizados [que llegan a toda la población considerada ‘grupo promedio’. ¿Creemos que puede haber una mayor incidencia en jóvenes? Bueno, es probable, pero también hay mayor incidencia en la población de riesgo, de 50 a 75 años. Las estimaciones de incidencia dependen en gran medida de las políticas de los países. Es cierto que en los Estados Unidos se está viendo en el último tiempo un incremento. De hecho, el último reporte muestra que hay un incremento de casi un 70% de cáncer colorrectal en menores de 50. Parece un salto gigantesco, pero cuando se lo analiza en términos absolutos, uno ve que pasó de casi ocho casos a 13 por cada 100.000 habitantes, cuando en los individuos por encima de los 50 está rondando entre los 100 y los 300 casos por 100.000 habitantes”.
El especialista destaca que las recomendaciones de tamizaje [prueba o testeo en población asintomática] para prevención deben orientarse hacia lo que se denomina “grupo promedio”, los individuos de 50 a 75 años sin síntomas, que son parte de la población general, y carecen de antecedentes familiares y de enfermedades predictoras.
“Las guías norteamericanas recomiendan la videocolonoscopía o el test de sangre oculta en materia fecal desde los 45 o 50 años –detalla Karina Yonamine, integrante del Programa de Colon del INC–. Pero hay excepciones. A los que tienen antecedentes familiares de primer grado que tuvieron cáncer de colon antes de los 60 años, por ejemplo, se les recomienda una colonoscopía a partir de los 40. Inclusive, hasta un 30% de los menores de 50 con cáncer de colon van a tener un familiar de primer grado asociado. Por lo tanto, la entrevista con esa persona va permitir que podamos proteger mejor a sus familiares. Y hasta un 25% tienen algún gen heredado; ellos no ingresan dentro del tamizaje habitual, porque son individuos con riesgo aumentado”.
Con respecto a los tumores de mama, Alejandro Di Sibio, coordinador del Programa Nacional de Control del Cáncer de Mama del INC, concede que desde hace 30 o 40 años se registra un aumento de la incidencia en las jóvenes… pero también en todo el resto de las edades. “Es decir, que aumenta en menores, pero también en adultos mayores. Eso no debería llevarnos a la conclusión de que hay que hacer más estudios en menores, más detección en menores, porque en realidad las que tienen mayor riesgo son las mayores”, subraya.
Para saber si aumentó la incidencia en menores de 50, es indispensable conocer cómo era ese indicador hace 10, 15 o 20 años. “Contamos con series [de datos] como la de Canadá, que tiene 20 años, y la de Francia, también de dos décadas, que muestran que en las menores de 50 la velocidad de aumento es un poco mayor –agrega Di Sibio–. Las hipótesis para explicarlo son varias. Los principales factores de riesgo para cáncer de mama son la edad y el sexo biológico femenino. Sin embargo, hay otros que tienen cada uno un peso muy pequeño, pero al estar presentes en una de cada diez personas son muy relevantes y con el tiempo han ido aumentando su importancia. De hecho, hay estudios de la IARC que muestran que casi siete u ocho por ciento de los cánceres están vinculados con la obesidad, que en nuestro país está en aumento. Otro factor de riesgo que condiciona el crecimiento de cáncer de mama es la cantidad de hijos y la edad del primer parto. En los últimos 20 años, en la Argentina la tasa de natalidad pasó de 3,5 a 2 hijos por mujer. Todo eso genera un aumento de la incidencia. Pero obviamente que ésta depende de la detección. Cuanta más detección hay a edades más tempranas, más se va a modificar el patrón de aquella”.
Según explica Gil Deza, como probables promotores de un aumento del cáncer a edades más tempranas se postularon 12 factores: tabaquismo, alcohol, obesidad, sedentarismo, consumo de bebidas dulces y de carnes rojas, diabetes juvenil, menarquia [primera menstruación] precoz, menos horas de sueño, mayor uso de antibióticos, cambio en la microbiota intestinal, incremento de la estatura (un equivalente de obesidad, ya que si uno es más alto, tiene más células), y factores genéticos y epigenéticos.
En cuanto a los sistemas de tamizaje poblacional, que en los cánceres mencionados son la mamografía, y el test de sangre oculta en materia fecal o la videocolonoscopía, exigen un cuidadoso análisis de costo-beneficio para elegir los grupos en los que deberían aplicarse.
“En cáncer colorrectal, la detección temprana ofrece un gran beneficio –comenta Matano–. En gran parte, los tumores se desarrollan a partir de un pólipo. El 90% de los detectados precozmente van a tener una sobrevida de por lo menos cinco años o más”.
Y agrega Yonamine: “Probablemente uno de los factores por los cuales en los menores de 50 en general se detecta ya avanzado el cáncer de colon es que muchas veces tienen síntomas, como el sangrado por cola, y ni los pacientes ni los médicos lo identifican como un factor de riesgo. Y otro tema importante es que el 30% o 35% tienen antecedentes familiares, por lo que también podríamos detectar a esa población antes de que desarrollen la enfermedad”.
La historia natural del cáncer colorrectal hace que sea uno de los tumores más prevenibles, ya que tiene una lesión precursora: el pólipo, que es de lento crecimiento, y que puede detectarse y extirparse, pero en la Argentina reclama las vidas de unas 7000 personas por año. La videocolonoscopía identifica pólipos precancerosos que pueden ser removidos antes de que se malignicen. Junto con los análisis de sangre oculta en materia fecal y cambios en los estilos de vida, esos números podrían descender. Sin embargo, la penetración del tamizaje en el país es baja, ronda el 27%. Además de la consulta con el médico, evitar la obesidad y el sedentarismo, así como el abuso de bebidas alcohólicas y el tabaquismo puede ser una buena forma de comenzar a cuidarse.